Económia y Sociedad de la Mision de Cojede (1700-1820) I
Armando
González Segovia
Tomado
de Armando González Segovia. Historia Social de Cojede Un Pueblo de Misión en
los Llanos Occidentales de Venezuela. 1530-1820. Trabajo de Grado para optar al
Título de Magíster Scientiarum en Historia. Barquisimeto, Universidad Centro
Occidental “Lisandro Alvarado”-Universidad Pedagógica Experimental Libertador/Instituto
Pedagógico de Barquisimeto “Luis Beltrán Prieto Figueroa”, Programa Interinstitucional
de Maestría en Historia UCLA-UPEL-IPB. Maestría en Historia de Venezuela, 2006.
Capítulo V.
1. Primeros Europeos en las riberas del río Cojedes
Nicolás
Federman y sus ejércitos representan las huestes armadas de la Capitulación Welser,
por ello se debe abordar el tema más allá de la sola comprobación de la
presencia europea, llegando a la causa de la conquista, que no fue otra que la
búsqueda de riquezas minerales que permitieran enriquecer sus arcas sin
importar el medio. Se utiliza la versión realizada por Juan Friede bajo el
título Historia Indiana[1], considerada por Angelina Lemmo[2] como la mejor traducción al castellano.
Para
el estudio causal del fenómeno se utiliza, asimismo, la carta que Antonio
Naveros —como Contador Real— y Alonso Vázquez de Acuña al Rey[3] sobre la primera “entrada” hecha por Federman, la cual fue
publicada en el mismo volumen donde se encuentra la Historia Indiana.
En el
Libro Común de los años 1529
a 1538 se hacen referencias a los flujos de caja para la
época del viaje de Federman[4]. Consultamos, asimismo, el Juicio de Residencia a Nicolás Federman,
realizado en 1538[5], comparando los materiales estudiados a través de la crítica
histórica.
La explotación
social a estas tierras se inició con la llegada de Federman en 1530-1531, quien
vino con una carga de violencia de la cual el mismo dejó testimonio. Refiere
Nicolás Federman que el 10 de diciembre de 1530 “...mientras pudimos, seguimos
nuestro viaje hasta caer la noche, por un valle entre dos montañas a lo largo
del gran río llamado Coaheri...”[6]. Esta es la primera noticia que se tiene hasta la ahora sobre una
visita al río Cojedes, escrita por un europeo. Pasó por las aldeas indígenas de
Tohibara, Curahy, Cazaradadi, Curahamara, Itabana, Corahao.
El
sitio referido debe situarse en los cerros al pie de monte, entre la montaña de
El Altar hasta donde está San Rafael de Onoto y Apartadero. Luego llegó a la
llanura y acampó con su tropa “en una altura desde la cual se podía ver la
sabana y a los hombres que enviase”. No especifica la orilla del río en la que
se hallaba, ni otro indicio de posible ubicación geográfica, lo que hace difícil
determinar el lugar donde se encontraba.
Desde
donde estaban los conquistadores pudieron observar “humaredas desde muchos
lugares de la montaña vecina”[7], de donde se infiere que fueron vistos por los habitantes, quienes
por medio de estas hogueras, se avisaban mutuamente y se prevenían entre sí.
Había
una fluida comunicación, por medio del humo, no solamente para estos casos
“sino posiblemente para transmitir otros mensajes en un lenguaje cifrado en la
cantidad, coloración, frecuencia, interferencia, etc., a que es susceptible la
fumicomunicación”, como lo señaló Francisco Tamayo[8].
En ese
momento comenzó el enfrentamiento entre dos sociedades con desigual desarrollo.
Los europeos que venían con caballos, lanzas, arcabuces y perros de presa contra
la técnica aborigen: el arco, la flecha, la lanza, entre otros. Cuando los
soldados de Federman regresaron e informaron sobre un pueblo donde los
habitantes “estaban reunidos, como suelen hacerlo en tiempo de guerra, y con
buenas guardas y armamentos”[9], consideraron los europeos que no estaban en condiciones y número
suficiente para atacarlo, los caballos generaban terror y hacían más daño que
50 de a pié[10].
Este
fue el inicio del enfrentamiento de clases sociales entre quienes habían vivido
en igualdad de circunstancias y los europeos con sus ejércitos, donde los
caballos y los perros de caza fueron utilizados en el sometimiento violento de
los aborígenes “podían ser fácilmente cazados por los jinetes” europeos, según
testifica el mismo conquistador.
Otro
conquistador que llegó a estas tierras en el siglo XVI fue Phillipp von Hutten,
aparece en algunas obras como Utre o Dutre, de los welser o belsares, visitó
estas tierras hacia 1535. El texto fue escrito en 1538, por el mismo Hutten y
publicado por primera vez en 1785 y la traducción utilizada es la realizada por
Federica de Ritter[11]. Se trata del manuscrito del “Informe de la India”, después que el
Gobernador Jorge Spira envío a su gente para que le esperaran en Barquisimeto,
pasa por el “valle de las Damas”, “Warickissimeto” (Barquisimeto), de allí a
“Hackarigua” (Acarigua) desde donde partieron el 8 de octubre[12], llegaron a Conaio, Coharabischan[13].
El 4
de enero de 1536 llegaron a Moabesú, pasando los pueblos indígenas de Casirara
y Therobaio, pasando luego a un pueblo llamado Ithibona, donde el gobernador
decidió dejar a los cristianos enfermos para que se recuperaran y después siguiesen
porque había perdido mucho tiempo llevándolos consigo[14].
El
topónimo de Ithibona, corresponde al mismo Itabana que cita Federman, donde
entró el 9 de enero, este sitió debió ser de resaltante importancia, pues lo
consideró seguro para dejar allí a 150 hombres a pie y de 49 de a caballo, lo
cual implica un pueblo con suficientes provisiones para mantenerlos, con un
mínimo de seguridad que garantizarían los hombres de a caballo, mientras que
Coniao puede ser el mismo Coroao referido por Federman.
De
allí pasó a Weykyma, Hobobacoa, Hobobar, Ibaraima, Wababia, Duckerima,
Hukiribocoa, Checherobacoa, Barahorabo, entre muchos otros lugares. Las
reflexiones sobre estos sucesos conducen a pensar en factores que clarifican lo
conocido en la historia colonial de la zona de estudio, donde no se había
citado como antecedente la visita de Federman, obviando la presencia de Hutten
en 1536.
En el
texto del Repartimiento de las encomiendas hechas por Juan de Villegas en Nueva
Segovia de Barquisimeto en el año 1552, donde algunas tenían posesión que
lindaban con el “río Cohede” o Cojedes[15]. Entre las que se hallan las posesiones de Luis Narváez, Francisco
López de Triana, Sancho Briceño, Bartolomé de Hermosa, Pedro Fernández y Pedro
González, quienes generalmente tenían un mayordomo o “calpisque” que
vivía en la encomienda, mientras el señor encomendero habitaba en los pueblos,
villas o ciudades de españoles. Las encomiendas eran otorgadas como Merced Real, en pago a los servicios en
favor de la colonización.
Estas
encomiendas duraban legalmente “una
vida”, luego los herederos hacían una serie de trámites legales y
solicitaban la prórroga por “otra vida”.
Generalmente una encomienda se prolongó por tres o cuatro “vidas” sucesivas. Entre las
encomiendas que lindan con el río Cojedes, se encuentran:
1. Capitán Luis de Narváez: “... en los llanos el prencipal conocaburuco caquetío que de su
pueblo se llama todariquiva bebe (vive) de cohede con sus sujetos”[16].
2. Vecino al regidor Francisco Sánchez: “... en los llanos el prencipal aymamare que su pueblo se dice
parapara cerca cohede con sus sujetos”[17].
6. Pero (Pedro) Fernández: “... en los llanos el prencipal caguaretedi hijo del prencipal
bargadoto cerca de cohede con sus sujetos”[21].
En
este mismo documento se encuentran las ordenanzas de Villegas para estas
encomiendas, donde se halla la siguiente referencia “...en los llanos el
prencipal guacahoba cerca de cohede con sus sujetos los cuales dijo le proveía
y proveyó por la forma y orden que los demás encomendados”[23]. Pedreáñez Trejo relata que “el
Capitán Juan de Villegas registra en sus ‘ordenanzas’ el nombre del cacique de
alguna tribu de los Llanos, ‘el principal Guacahoba cerca de Cohede’,
demostrando que la parte occidental del actual estado Cojedes, en dicho año
(1552) ya había sido penetrada por los conquistadores”[24].
La
debilidad del planteamiento de Pedreáñez radica en que se fundamento en la
antología de Santos Rodulfo Cortés[25],
donde no está inserto el documento completo de reparto de las encomiendas de
Barquisimeto, éste se encuentra íntegro en las “Doce tablas de Barquisimeto”, aquí citada.
Estas referencias son inobjetables para clarificar
el proceso de conquista y colonización en Cojedes y se convierte en un deber su
estudio exhaustivo para la comprensión del pasado colonial en el Estado, así
como la evaluación de las encomiendas como parte del proceso de imposición
colonial en esta porción geográfica.
[1] FEDERMAN, Nicolás. Historia
Indiana (Viaje de 1530-1531); en: Descubrimiento y Conquista de Venezuela, t. II, Caracas, Academia Nacional de la Historia, col. Fuentes
para la Historia
Colonial de Venezuela, Nº 55, 1962, pp. 153 – 250). La
primera traducción fue venezolana FEDERMAN, Niklaus. Narración del primer viaje de Ferderman a Venezuela (1530-1531)
Traducción y notas de Pedro Manuel Arcaya. Caracas, Litografía y Tipografía
Comercio. 1916, 135 p. Hay otra versión argentina FEDERMANN, Nicolás. Viaje a las Indias del Mar Océano
(1530-1531)/ Traducción y notas de Nélida Orfila. Buenos Aires, Editorial
Nova, 1945, pp.167.
[2] LEMMO, Angelina. Historiografía
Colonial de Venezuela. Caracas, Universidad Central de Venezuela,
1983, p. 42.
[3] NAVEROS, Antonio y Alonso Vásquez: Carta al Rey, en: Descubrimiento
y Conquista de Venezuela, Op.
cit. , 1962, t. II, pp. 274-312.
[4] ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA. El Primer Libro de la Hacienda Pública
en Venezuela, 1529-1538. Caracas, Economía y Finanzas de Venezuela,
8, 1984.
[5] AUDIENCIA REAL: Juicio de
Residencia que tomó el doctor Antonio Navarro por Comisión de la Audiencia Española
a Nicolás Ferderman teniente de Jorge Espira, y Notificación que hicieron de
estos autos al dicho Jorge Espira y el cabildo; en: ACADEMIA NACIONAL DE
LA HISTORIA. Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela,
I Los Welser, Caracas, A.N.H. El Juicio a Federman se halla en las páginas
172-213, 1977.
[7] Ibid., p.
196.
[8] TAMAYO, Francisco. El
Color de la Tierra.
Caracas, Ediciones del Congreso de la República, 1987, p. 39.
[9] FEDERMAN, Nicolás. Op.
cit, 1962, p. 197.
[10] “...Además, el pueblo estaba situado en la montaña y en un lugar
donde se podía utilizar caballos, y no teníamos bastante fuerza para atacar a
los naturales o indios en el pueblo o aldea, sin contar con la ayuda de
aquellos. Pues uno de a caballo, allí donde era posible usarlo, hace más (daño)
entre ellos y les inspira más miedo que cincuenta de a pie”, Ibid.
[11] Diario y Cartas de Felipe de Hutten en: Descubrimiento y Conquista… Op. Cit., 1962, pp. 339-402.
[14] “El día 9
entramos en un pueblo ITHIBONA; allí el gobernador decidió dejar atrás a los
cristianos enfermos para que se recuperaran y luego le siguiesen pues hasta ese
momento había perdido mucho tiempo por llevarlos consigo; por lo tanto dejó
allí a 150 cristianos y 19 caballos, ya que en aquellos alrededores había
muchos pueblos y alimentos; dejó con ellos como capitanes a SAMO DE MARTHA y a
Mister ANDREA, y también a su prefecto preso provisto de grillos. Ordenó a los
mencionados capitanes que se le uniesen con los cristianos que dejaba, tan
pronto como fuera posible; pero ellos no cumplieron con esta orden, por lo cual
perdimos todo el fruto de nuestra larga y penosa expedición. Con los demás, o
sea, 150 hombres a pie y de 49 de a caballo, el gobernador salió de ITHIBONA”, Ibid., p. 357.
[15] ARCHIVO DE INDIAS DE
SEVILLA, sección Patronato, estante 144, caja 1, legajo 17, año 1552; de
este documento se halla una copia en la Academia Nacional
de la Historia
y fue publicado por VILLEGAS, Juan de. Las
doce tablas de Barquisimeto/ Texto de las encomiendas repartidas en
Barquisimeto en el año de su fundación por el propio fundador don Juan de
Villegas; en: Gabaldón Márquez, Joaquín (1954). Fuero Indígena Venezolano (Parte
I: 1552-1781). Caracas, Ministerio de Justicia, 1954, pp. 45-96.
[24] PEDREÁÑEZ TREJO, Héctor. Op.
cit., 1982, p. 35, 36.
[25] RODULFO CORTÉS, Santos. Antología
Documental de Venezuela 1492-1900. Caracas, Editorial Pregón,
tercera edición, 1971.
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