domingo, 2 de marzo de 2014

Período Indígena en Cojede por Armando González Segovia




Período Indígena en Cojede

Armando González Segovia



Tomado de Armando González Segovia. Historia Social de Cojede Un Pueblo de Misión en los Llanos Occidentales de Venezuela. 1530-1820. Trabajo de Grado para optar al Título de Magíster Scientiarum en Historia. Barquisimeto, Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”-Universidad Pedagógica Experimental Libertador/Instituto Pedagógico de Barquisimeto “Luis Beltrán Prieto Figueroa”, Programa Interinstitucional de Maestría en Historia UCLA-UPEL-IPB. Maestría en Historia de Venezuela, 2006. Capítulo III.

1. Antiguos Habitantes de las riberas del Cojedes


Hace varios años presentamos un bosquejo sobre el poblamiento aborigen en el espacio estudiado, investigando las formas de la vida aborigen o indígena en las riberas del río Cojedes, que ahora forma parte del estado del mismo nombre, la cual estaba poblada por arawuacos[1], quienes tenían una marcada influencia Caribe. Esto plantea la necesidad de profundizar en el estudio para clarificar el tema desde una visión congruente que sea capaz de aglutinar toda una serie de elementos dispersos y analizarlos desde la perspectiva de totalidad social, para poder definir la presencia o no de una pretendida pureza étnica, la cual no parece haber existido. En ese sentido resulta fundamental realizar trabajos de arqueología en forma sistemática[2], necesarias para avanzar al respecto.
El período aborigen o indígena abarca todo el tiempo en que el hombre pobló este territorio en igualdad de circunstancias. Sin pobres ni ricos, sin sin clases sociales ni explotación. La posesión de la tierra era colectiva. Según la comparación de los materiales arqueológicos, básicamente cerámicos, hallados hasta ahora en la zona. Este período se inició hace aproximadamente dos mil años antes del presente y duró hasta la llegada de los europeos a estas tierras, en el siglo XVI. En este sentido son de incalculable valor los datos aportados por Federman[3] y Hutten[4].
Federman es el primer europeo que pisa estas tierras, refiriendo su entrada a Coaheri[5], siendo la primera noticia sobre una visita al río que siglos después conocemos como Cojedes, e indiscutiblemente que su oído de formación alemana, debió transcribir según su fonética, diferente a la española. De allí que las relaciones españolas del siglo XVI, no narran Coaheri sino Cohede, tal como sucede con Juan de Villegas[6], y con el florentino Galeotto Cey[7]. Para efectos de este trabajo se consideran como válidas las fuentes que provienen del siglo XVI y XVII[8].
Federman refiere una serie de aldeas: los cuibas poseían “pueblos, aldeas y labranzas”, es decir agricultura, refiere “Tampoco nos faltaba agua y mahys (este es su trigo) y carne de venado”, dicho maíz “cuyos tallos eran tan altos que un hombre a caballo no podía ser visto”. En Hacarigua encontró “cerca de dieciséis mil indios de guerra, si contar las mujeres, los niños y los viejos que no servían para la guerra”, esta alta tasa demográfica correspondía “en parte a Caquetíos y a Cuibas, que vivían juntos”[9].
La Hacarigua citada por Federman, según el traductor e investigador Juan Friede “estaba situada, pues, sobre el propio río Cojedes, Coaheri, tal vez en la confluencia de alguno de sus tributarios derechos, probablemente donde comienza el “Río Viejo”, antiguo lecho del mismo río, donde se encuentra el actual pueblo de Cojedes”[10], para Friede Acarigua estaba situada en el lugar donde se ubicó la misión de Cojede.
Raúl Humberto De Pasquali se opone a esta tesis y defiende la presentada por Arcaya en 1916, donde “...el Hacarigua de Federman estaba situado sobre el río Acarigua, entre las sabanas de Choro y el actual Camburito, Cartepe y Pueblo Viejo, lugares todos que quedaban a 10 kilómetros de la actual ciudad de Acarigua, y de Cojedito como a 40 kilómetros...”[11].
Esta diversidad de opiniones solamente podrá ser clarificada por excavaciones arqueológicas que permitan ubicar poblado aborigen que contaba con 16 mil indios de guerra, fuera de mujeres y niños, hasta tanto existirá una duda razonable que no posibilitará avance más allá de la tendencia del investigador. Refiere Federman, entre las aldeas indígenas existentes:

Cuadro Nº 3

Poblados Indígenas, 1530-1531

Fecha
Sitio o lugar
Etnias
3 de octubre
(S) Río El Tocuyo

4 de octubre
Incursiona en las montañas

3 de octubre
Carahoma

12 de octubre

Xaguas
25 de octubre
(L) Coary (Cuara?)


Xaguas
31 de octubre
(L) Cazaridi
1 de noviembre
(L) Barquisimeto
15 de noviembre
Río Barquisimeto
Gayones y Caquetíos
17 de noviembre
(L) Llanos, varios pueblos
10 de diciembre
(L) El Altar, pueblo de Cojede
15 de diciembre
(L) Hacarigua
3 de enero de 1531
(S) Hacarigua, (L) Tohibara
Cuibas
23 de enero
(S) Tohibara, Curia, Cazaradadi, Curahamara
28 de enero-1 de febrero
Pueblo de pesquería
Itabana
Guayqueríes
5 de febrero
(L) Corohao
6 de febrero
(L) Curahamara

(L) Cathary
Cuybas
10 de febrero
(L) Hacarigua

Fuente: FEDERMAN, Nicolás. Historia Indiana. Elaborado por: Armando González Segovia y Ramón Querales.
 A esto se suma la ubicación de Itabana, la útlima aldea visitada por Federman y Hutten. Esta un lugar situado a veintitres kilómetros (23 Km.) al sur de la población de Las Vegas, según documenta la toponimia y las fuentes orales[12]. Se ubica vía Las Vegas-Tirado, cerca del caserío El Espinal, próximo al caño La Nigua –según refiere Isaac Mujica es un “paso del río Tirgua”– y por “Corocito”. La finca del señor Manolo Cabrera mantiene el topónimo: “Itabana” y, al lado se sitúa la finca “El Toro” de Nicolás Morales. Sus coordenadas geográficas son longitud 68º 33` 53`` y latitud 9º 21` 08``[13].
En la ruta de Federman este el único topónimo que hasta ahora puede ser ubicado con precisión, aclara la propuesta de Pedro Manuel Arcaya, quien en la primera traducción del viaje de Federman, ubica esta población cerca de donde ahora se encuentra El Baúl[14], como 50 Km. más al sur. Debiendo, en consecuencia, retomar todas las propuestas realizadas hasta ahora al respecto.
Alberta Zucchi y Tarble Key[15], partiendo de los trabajos de Donald Lathrap intentan identificar la relación existente entre los materiales arqueológicos y los grupos de filiación Caribe, para ello toman como parámetro de comparación la alfarería cauixi y las incisiones finas, siendo necesaria la búsqueda de parámetros para otras familias linguísticas.
La información etnográfica evidenciada también en los materiales arqueológicos, se puede considerar un área de confluencia de elementos culturales, tal como ya habían planteado Zucchi y Tarble con Turén[16], la cual corresponde a la misma área geográfica de Cojedes, situada en el período IV de la cronología de Cruxent y Rouse (1000 a.C.-1500 d.C.), por tanto corresponden a los indígenas que estaban al momento de la llegada de los europeos[17].
Zucchi y Tarble definen la relación existente entre elementos culturales del Orinoco, representado por los arauquinoides y algunos elementos del barrancoide y tierrorides, que evidencian los materiales que hemos podido observar en esta zona, en los actuales estados Portuguesa y Cojedes.
El antropólogo Pedro Tobías Mariño[18], uno de los pioneros de los estudios antropológicos de Cojedes, refiere que en las prospecciones arqueológicas que realizó encontró piezas que tienen similitud a las de origen Chimú de Colombia y en los límites Lara-Portuguesa, cerca de Río Claro, en la cueva del Murciélago, a 200 ó 300 metros de Laguna Verde, donde halló material similar al Quimbaya del territorio colombiano.
La vida de estos grupos étnicos correspondía, antes de la llegada de los colonizadores europeos, a una distribución equitativa del trabajo. En igualdad de circunstancia, sin pobres ni ricos, sin clases sociales en pugna, sin explotación ni opresión entre poseedores y desposeídos, en tal sentido esta es una tesis y no una simple hipótesis[19].
Se asignaba a cada grupo tareas específicas, con ayuda mutua y luego se intercambiaban los alimentos producidos por cada grupo, según la división natural del trabajo, con cooperación colectiva previamente establecida[20]. Los Gayones tenían a su cargo diversas tareas, según la Relación Geográfica de la Nueva Segovia de Barquisimeto de 1579, en la región de Acarigua, Píritu y Turén existían siembras de maíz y yuca, como se puede determinar por los ríos mencionados[21].
Algunas de estas técnicas de cacería persisten en la actualidad, como puede comprobarse en la entrevista al señor Nerio Contreras agricultor que vive en Apartadero, actual estado Cojedes, quien todavía conoce y practica las formas aborígenes de cacería y pesca, la construcción de arcos y flechas con punta de hueso y su utilidad, la cual denomina como “cacería silenciosa”[22].
El método etnográfico permite aclarar puntos que de otra forma resultan difíciles de comprender, gracias a la sobrevivencia de técnicas específicas en algunas zonas[23]. Nerio Contreras aprendió esta tradición cultural y ha sido guardado en custodia por la memoria colectiva[24].
En invierno se hacía más abundante la comida; en los ríos Acarigua, Cojedes, Guache y en las diversas quebradas había gran cantidad de peces que les servían de alimento. La cacería se realizaba cerca de los ríos, donde también iban a pescar con sus hijos, lo cual constituía un proceso educativo vital.
Otra técnica era la pesca con barbasco, una raíz que era macerada. Luego recogían el zumo en vasijas de loza y lo echaban al río, donde se había construido una presa para impedir la huida de los peces. Echando el zumo del barbasco al río, el cual hacía que los peces se atontaran y después eran agarrados fácilmente y echados en canastos de fibra vegetal (bejucos, palma o guafas), y los llevaban a los lugares donde los procesaban, secándolos o salándolos.
“...y matan el pescado en gran cantidad, y lo hacen con unas raíces que llaman barbasco, y este barbasco (que usan) para matar pescado, májanlo, majado, lo echan al río y parece que el zumo de él emborracha al pescado, de manera que estando así, los naturales no hacen sino tomarlo con las manos y sacarlo fuera...”[25]
Federman relata que en un brazo del río Coaheri

donde “...había una pesquería de los guaiqueríes, de pocas casas, pero con gran cantidad de indios que habían llegado para comprar pescado...”[26] cerca de Itabana que es la misma Ithibona sobre la cual escribió Hutten[27].
Refiere Contreras que la pesca de barbasco es una forma muy útil. En ella las hierbas se maceran, luego de cortarse en menguante, porque el verano es más fuerte, pilándose y haciendo pelotas de un kilo promedio, luego se meten en un saco de cocuiza, para que cada quien vaya regando las pelotas en el agua, por varias partes y cuando “el pescado comienza a brincar es porque ya está agarrado por el barbasco y uno lo va agarrando con una estaca y los va matando”[28].
Además de la pesca con barbasco, también se pescaba con arpón, nasa[29] y con troja[30], según refiere el mismo Contreras. La primera, con “arpón tirao” se hace en canoas, utilizando el “patronero, que es el que va atrás, en la canoa de paleta, no de motor”, y es para el caimán[31].
En época de sequía, se organizaban para la cacería, reuniéndose los indígenas y formando grandes círculos humanos. Luego prendían fuego a la hierba seca; entre el cerco de fuego, bastones de palma, arcos y flechas, así como otras armas, capturaban venados, váquiros, cachicamos, dantas y gran cantidad de la fauna llanera. Esta carne después de seca o salada se repartía en porciones equitativas entre los miembros de los grupos y otra parte iba al fondo común de reserva, para ser intercambiado con los productores de otro tipo de alimento. Dice la misma Relación Geográfica de 1579, ya citada:
“...Y así mismo los dichos naturales son viciosos en las cacerías que hay, porque en verano, cuando la hierba está seca, ponen fuego en redondo a un prado que ellos llaman sabana (sic), como un cuarto de legua o media legua o una legua o lo que ellos puedan según la cantidad de los naturales, y la sabana que ellos han echado fuego viene ardiendo y en el circuito que tienen cercado se queman los animales que dentro se halla, como son venados y baquiras, que quiere decir, en lengua de españoles, puercos de esta tierra...”[32]
También se organizaban los indígenas para la búsqueda de miel y cera de abejas, con esta miel se servían para el consumo, la medicina y para sus benéficos Dioses, de manera que se le daba múltiples usos, según la necesidad existente, siendo la cacería, recolección y agricultura las principales fuentes de alimentación.
El buen arquero o flechero no corría mucho, no se movía de los sitios donde estaba apostado, permanecía en reposo. Quienes iban en su compañía le pasaban por el frente a buen tiro, se lo arrimaban entre cuatro o cinco.
En cacería hay varios tipos de veneno –continúa explicando Contreras–, uno “desesperoso”, con “siete ají chireres machacados, y se le echa la baba de la guabina”, este, en verdad “no envenena sino que desespera al animal, empieza a dar vueltas, y no se acuerda del venteao, entonces se llega uno más cerca con la flecha, lo ponemos a tiro de uno, para matarlo más rápido, porque pierde el olfato y la orientación, pierde todo el control”. Hay otro que es mortal, hecho con carne de animal, colocando “un pedazo de carne y se le pone una serpiente para que descargue el veneno en picadas”.
Luego esta carne se pone a secar, si uno lo quiere inmediatamente, se puede exprimir de la pulpa de la carne”; otra forma es colocándolo al sol donde “se va remudando, en la candela no, porque quita mucha potencia”, mientras que con el sol “se va llevando eso a control y cuando se seca se mete el producto en un rayo y entonces se echa, si uno está muy desesperado porque no tiene veneno, entonces uno llega y echa los pedacitos en agua. Con el sol la carne se pone morada, sequita, después se raya, y el polvo se carga en una bolsa de cuero de venado”. Ese es un veneno fuerte, que mata los animales[33].

2. Organización Social de los Indígenas en el Siglo XVI

La organización de estos pueblos se presentan como sociedades que vivían unos al lado de otros, realizando trabajos independientes en los territorios ocupados por ellos, con un lugar común donde entregaban el excedente de estos productos, como centro de acopio para los gastos sociales comunes como de religión y economía general, por tanto no existía la propiedad privada[34].
Entre los caquetíos[35], achaguas, gayones, cuibas y guaiqueríes debió existir una organización que posibilitara la coherencia productiva entre los grupos indígenas que vivían en la zona.
Aunque llegaron a utilizar un tipo de moneda, llamada quiteros, no fue en forma especializada, porque no se producían mercancías como tal, sino que era usado reducidamente. Entre los cuybas, al igual que en otras comunidades aborígenes, debió haber existido carpinteros que se encargaban de fabricar y reparar materiales para el trabajo agrícola, las casas para el depósito de maíz, las trojas o trojes que cita la documentación y las coas o palos cavadores.
Para comienzos del siglo XVI se puede calcular una población para los Estados del Occidente de Venezuela aproximadamente de cien mil aborígenes[36], sobre los cuales debió existir un tipo de registro de población, siendo posible que las tablas pintadas que tenían los caquetíos, según exponen las crónicas de Indias, sirvieran para el registro de los hechos sociales, como la cantidad poblacional, la división del trabajo y las tradiciones sociales.
Hacia la parte sur de los estados Portuguesa y Cojedes y en casi todo el estado Barinas hay una serie de monumentos arqueológicos conocidos como montículos, calzadas y campos elevados de cultivo, que demuestran la existencia de un conocimiento preciso del tiempo y una organización social, necesarios para predecir cuál era el momento de inundación de las tierras, el nivel de las aguas para poder calcular el tamaño de esas construcciones.
Estas reflexiones, constituyen aportes iniciales al conocimiento del período aborigen o indígena y conllevan la necesidad de profundizar sobre el la comprensión general de este período, ya que la diversidad de testimonios arqueológicos, escritos y testimoniales, implican la existencia de grupos sociales de avanzada organización social, cuyo estudio desmiente, de manera categórica y definitiva, la premisa de que fuimos un pueblo indígena “bárbaro e incivilizado”, como ha pretendido hacernos ver la historiografía tradicional.


[1] GONZÁLEZ SEGOVIA, Armando José; Pedro Pablo Linárez y Álvaro Rodríguez. Hacia la Interpretación Social de los Pueblos Caquetíos, 1987. p. 10. Ponencia N° 16. Maracay, Cátedra Pío Tamayo- Centro de Estudios de Historia Actual (CEHA-U.C.V.), del 02 al 05 de abril de 1987; y presentada también en la II Jornada sobre Investigación y Docencia de la Ciencia de la Historia. Barquisimeto, Universidad Nacional Experimental Libertador Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, del 3 al 5 de abril de 1987.
[2] En mayo a junio de 1995 en el sitio “La Cajara” del Municipio Pao, realizaron trabajos arqueológicos las antropólogas Aivel Gómez y Ana Gómez, coordinados por su homólogo Argenis Agüero, mediante convenio establecido por el Centro de Historia Regional del Estado Cojedes, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), la Alcaldía del Pao y la Fundación Branger.
[3] FEDERMAN, Nicolás. “Historia Indiana. Viaje de 1530-1531”, en: Descubrimiento y Conquista de Venezuela, t. II, Caracas, Academia Nacional de la Historia, col. Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, Nº 55, 1962, pp. 153-240.
[4] Ibid. p.p. 338-402.
[5] Ibid. p. 195.
[6] VILLEGAS, Juan de. “Las doce tablas de Barquisimeto. Texto de las encomiendas repartidas en Barquisimeto en el año de su fundación por el propio fundador don Juan de Villegas”; en: GABALDÓN MÁRQUEZ, Joaquín. Fuero Indígena Venezolano (Parte I: 1552-1781). Caracas, Ministerio de Justicia, 1954, t. I. pp. 45-96.
[7] CEY, Galeotto. Viaje y descripción de las Indias 1539-1553. Caracas, Fundación Banco Venezolano de Crédito, Col. V Centenario del Encuentro de Dos Mundos. 1994. p. 157.
[8] Es un error metodológico asumir como habitantes del espacio geográfico los indígenas traídos compulsivamente por los misioneros. Estas etnias, sencillamente no estaban allí o, por los menos, no existe testimonio que estuviesen a la llegada de los colonizadores europeos.
[9] FEDERMAN, Nicolás. Op. cit. 1962. p. 196, 197,198, 203.
[10] FEDERMAN, Nicolás. Op. cit. 1962. p.p. 246.
[11] Véase el libro del amigo de muchos años, lamentablemente fallecido el domingo 13 de marzo de 2005, DE PASQUALI, Raul H. Caminos de Caranaca 25 mil años de historia. Acarigua, Fondo Editorial del Municipio Páez. 2003. p. 24.
[12] El profesor Juan Noguera, subdirector del liceo Alejandro Febres, en Las Vegas, recuerda que a comienzos de la década del setenta, se inició la desforestación de este lugar, y que él trabajó allí. Entonces, salieron tiestos de cerámica, y se decía que había muertos enterrados, Isaac Mujica (Cronista del municipio Rómulo Gallegos, estado Cojedes) y Juan Noguera: Entrevistas realizadas en junio y julio, 2005.
[13] Ubicación por el método de ploteo por la Oficina Técnica del Ing. Rafael Carbonell  Arreaza, Carta 13 de marzo de 2006.
[14] “…es evidente que Federman no llegó sino al río Cojedes, en El Baúl o sus cercanías. De modo pues que lo que imaginó ser el mar o algún lago eran las ciénagas dejadas por la inundación periódica de los ríos”, nota de ARCAYA, Pedro Manuel al libro de FEDERMAN, Niklaus. Narración del primer viaje de Ferderman a Venezuela (1530-1531) Traducción Pedro Manuel Arcaya. Caracas, Litografía y Tipografía Comercio. 1916, p. 95.
[15] ZUCCHI, Alberta. “Evidencias Arqueológicas sobre Grupo de Posible Lengua Caribe”. p.p. 23-44 y de KEY, Tarble. “Un Nuevo Modelo de Expansión Caribe para la Época Prehispánica”. p.p. 45-81, ambos trabajos en: Antropológica. Caracas, Fundación La Salle, Instituto Caribe de Antropología e Historia, Nº 63-64, 1985.
[16] “Durante el período IV en el territorio venezolano se presentaron movimientos expansivos de población que a partir de determinados puntos se dirigieron hacia determinadas regiones del país. Esto trajo como consecuencia diversas situaciones de contacto (intercambio, coexistencia, dominación) que se reflejan en los restos materiales...”, ZUCCHI, A. y Tarble KEY. Turén: La confluencia cultural Orinoco-Lara/Falcón. Caracas, Acta Científica Venezolana. Asociación para el Avance de la Ciencia. XXIX Convención Anual de AsoVAC. Vol. 30, Suplemento N° 1, 1979, p. 3.
[17] “En este trabajo se presentarán los resultados preliminares del análisis del material de una de estos yacimientos (P-109) ubicado en Turén, Edo. Portuguesa. Este yacimiento reviste particular importancia porque evidencia la penetración septentrional más avanzada de cerámica de cauxí y decoración incisa llevada por los grupos del Orinoco y su coexistencia con cerámica Tierroide cuyo centro de dispersión fue la zona Lara/Falcón. El análisis detallado de esta coexistencia permitirá determinar las características de dicha relación y quizás reconstruir los procesos sociales que la generaron”, Ibid.
[18] Comunicación personal, San Carlos, 25 de abril de 1995.
[19] “En algunos de nuestros trabajos hemos postulado como tesis y no como simple hipótesis, la inexistencia de clases sociales en el territorio venezolano en la época anterior a la conquista del mismo territorio por los colonizadores europeos en la modalidad hispánica”, y esta es una afirmación en una obra clásica de BRITO FIGUEROA, Federico. Historia Económica y Social de Venezuela. Caracas, Universidad Central de Venezuela. Ediciones de la Biblioteca, 5a edición, t. IV, 1987, p. 1.042. que debe ser tomada en su justa dimensión, es una respuesta a los autores que queriendo avanzar han retrocedido al plantear la existencia de distinciones de clases sociales en el tiempo aborigen venezolano.
[20] BRITO FIGUEROA, Federico. Op. cit. t. I. 2000. p. 40.
[21] “...Así como son abundosos de pesquerías porque hay en cantidad en los ríos que pasan cerca de sus casas, como es un río que llaman Hacarigua, y este nombre lo tienen puesto los naturales. Y así mismo está otro que se llama Boraure, puesto así por los naturales. Y hay otro río que llaman Guache en lengua de estos naturales. Y sin estos ríos hay otros muchos arroyos que en el tiempo de verano todos ellos están llenos de peces. Los ríos declarados estarán unos de otros, como cuatro leguas a tres y a cinco, más o menos...” (cursivas en el original), Relación Geográfica de la Nueva Segovia de Barquisimeto de 1579, en: ARELLANO MORENO, Antonio. Relaciones Geográficas de Venezuela. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Col. Fuentes para la Historia Colonial Venezolana, vol. 70, 1964, pp. 183.
[22] Recopilación: Armando José González Segovia y el Antropólogo Juan José Salazar, en entrevistas realizadas en 1994. Salazar publicó parte del trabajo en el Boletín del Museo de Quíbor, Nº 04, 1995, p. 189 -192. Para este trabajo utilizamos la transcripción completa que realizamos, las copias de los casettes reposan en el archivo del Museo Arqueológico de Quibor.
[23] “...Así como los procedimientos antiguos, que han dejado de servir para las operaciones masivas, sobreviven aquí o allá, conservados por la gente humilde o para pequeñas tareas. El observador deberá buscar estos humildes vestigios de técnicas de antaño universales, como el geólogo los testigos aislados de grandes estratos desaparecidos...”, BLOCH, Marc. “Los aperos rurales”. Les Cahiers de Radio-París, 9º. N° 5, 1938; en: La Tierra y el Campesino. Agricultura y vida rural en los siglos XVII y XVIII. Barcelona-España, Editorial Crítica, 2002, p. 95.
[24] “Yo me crié con ellos (José H´ y José Castillo). A veces dormíamos a orillas del río, a las cinco de la mañana cuando vienen los claros del alba ya el pescado viene a agarrar aire, y ahí se le mete la flecha, el pescado agarra aire por la mañana, sale en bandada, en cardumen como llaman. Desde los doce años me fui con esa gente, dormíamos por ahí, en el campo me fui criando, criando con ellos. Viendo todo lo que hacían, viendo como eran las cosas que más me gustaban...”, Entrevista a Nerio Contreras por Armando José González Segovia y el Antropólogo Juan José Salazar. “Cacería indígena, Cacería silenciosa”. 1994.
[25] Relación Geográfica de la Nueva Segovia de Barquisimeto de 1579, en: ARELLANO MORENO, Antonio. Op. cit. 1964. 183.
[26] FEDERMAN, Nicolás. Op. cit. 1962. p. 214.
[27] Ibid. p. 357.
[28] “El barbasco se saca del palo mantequero, de la jabilla y el pajarito, del bejuco mulato y un barbasco de raíz. El polvo del mantequero seco se saca pa’ pescá. El polvo que queda se le echa manteca, manteca de caimán. El mantequero se le saca la concha y se pila en un pilón o en la tierra y se echa en un saco y se tira en el río”. Entrevista a Nerio Contreras. Op. Cit.
[29] La pesca con nasa, puede hacerse de varias formas, puesto que hay de varios tipos “La nasa, la propia indígena que era hecha de güafa, de bambú, con bejuco de cadena por to’ los laos. Esta se iba haciendo la nasa que se tenía abajo, con una puya”. Donde había terreno fangoso se lanzaba; donde hay un chorro se pone la nasa y cuando el pescao cae, ya no puede salir, en el chorro se pone la nasa y cuando cae y sale el agua y queda el pescao allí, Ibid.
[30] La pesca con una troja, se hace en la parte llana  del río, casi a nivel del agua, entonces se le echa hojas de cambur, y cuando “el pescao va a pasá pal´ otro lao, va brincando y va cayendo allí”, entonces la hoja cambur con la baba del pescado se pega y “queda embojotao ahí”. Se hace una troja como si fuera un puente y se le van poniendo hojas del cambur y cuando hay ribazón “el pescao pasa por debajo, pero el que va en ribazón salta y cae en la troja. La ribazón de sardina va delante, después el caribe y después el pescao bueno”, Ibid.
[31] Se sale después de las ocho de la noche, cuando sale a cazar en él con la cabeza afuera “Uno lo ve y se le va calladito, se le va calladito hasta que lo agarra que le llega a punto, pues, de zumbarle el arpón. Que lo llaman “arpón tirao”. Entonces hay se le va calculando la papa o parte de una mano. Entonces hay que cargá un hacha y una escopeta, pa’ dispararle, por si el caimán es muy grande. De día no, porque de día sale a asoliarse el caimán pero hay que matarlo es con escopeta y nunca queda en el tiro, porque es un animal muy fuerte. Aquí –en el río Cojedes– hay caimanes de cuatro metros, de tres metros, hay otras especies”, Ibid.
[32] Relación de 1579, en: ARELLANO MORENO, Antonio. Op. cit. 1964. s.p.
[33] Ibid.
[34] “Así, en la mayor parte de las formas asiáticas fundamentales, nada se opone a que la unidad que engloba y domina las pequeñas comunidades partes para que aparezca como propietario supremo o propietario único, siendo entonces las comunidades reales simples poseedores hereditarios. Siendo el verdadero propietario y la verdadera condición la propiedad colectiva, la unidad puede ser distinta y por encima de la multitud de comunidades particulares; el individuo carece entonces de propiedad” (cursivas en el original), MARX, Carlos. Fundamentos de la Crítica de la Economía Política. Madrid, Editorial Comunicación, (traducción Agustín García Tirado). 1972, t. 1, p. 343.
[35] “...se encontraban establecidos los Caquetíos, fuera del estado Falcón, un poco más al Este del Yaracuy y a lo largo del valle de este río, que ellos llamaron como Vararida y que Federman bautizó de “Las Damas”. Esta fértil y rica comarca, que hoy es todo el corazón del estado Yaracuy (...) Penetrando luego al estado Lara, ocupaban los Caquetíos del valle del Turbio y las sabanas de Barquisimeto y descendían al Sur, aprovechando las favorables condiciones topográficas del terreno, por Sarare y Acarigua hasta las tierras llanas del Estado Cojedes. Los conquistadores del siglo XVI hallaron a los Caquetíos establecidos en todo el alto llano, siguiendo de Acarigua al Suroeste por los actuales Estados de Portuguesa y Zamora. En este último poblaban las sabanas de Pedraza y Santa Bárbara y siguiendo el curso de los ríos que bajan de la cordillera de mérida, se les encontró en los llanos altos de Apure y más al sur hasta el Casanare, de donde algunos grupos debieron dirigirse hacia el margen del Orinoco, en el estrecho de Barraguan”, JAHN, Alfredo. Los Aborígenes del Occidente de Venezuela. Caracas, Monte Ávila Editores. 1973, T. II, p.p. 9-10.
[36] Si son considerados los cálculos de los documentos del siglo XVI, aportados por Nicolás Federman y las Relaciones Geográficas.
 


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