martes, 21 de enero de 2014

La Mentalidad Religiosa del Tiempo Colonial en la Población de Cojedes Venezuela por Armando González Segovia



La Mentalidad Religiosa del Tiempo Colonial 

en la Población de Cojedes Venezuela

Armando González Segovia

(Parte del Trabajo de Grado para optar
al título de Magister Scientirum en Historia
de la Universidad Centroccdental “Lisandro Alvarado”,
Barquisimeto, Venezuela)

El tema-problema de los pueblos, villas y ciudades plantea la posibilidad de abordar el estudio de las especificidades sociales de estas instituciones en América y Venezuela. La imposición de otra mentalidad, de y para la explotación estaba vinculada a la necesidad de negar sus propias prácticas ancestrales, las cuales eran prohibidas, sustituyéndolas con “nuevas ideas”[1]. Por ello, sienten que perdieron la alegría de vivir, la esencia de su vida que era la libertad sin opresión. Se convirtió así el indígena en un ser taciturno, replegado sobre sí mismo, de melancólica expresión[2].
Aunque el indio de las misiones tiene como subsistir, pasa a una vida más monótona, menos activa y propia para impartir energía al alma, que la que lleva el indio “salvaje e independiente”. Pierde la sensibilidad de las emociones del alma, la seguridad de alimento le cuesta la felicidad espiritual, precio sumamente alto[3]. Apresarles el cuerpo para salvarles el alma, según el ritual católico. Por ello, todos los pobladores de las misiones presentan un triste cuadro de miseria y privaciones[4].
Resulta esencial para conocer las formas de sometimiento y opresión impuestas, sobre todo entender el por qué la religión católica llegó a convertirse en la principal de Venezuela, partiendo de los procesos de conquista donde era parte del Estado metropolitano español.
Es necesario trascender las disciplinas aisladas[5]. Por ello, se reúne a nivel de abstracción el problema de la interpretación documental, con el estudio de las imágenes coloniales, como estrategia para intentar la reconstrucción de elementos en el discurso del misionero en el siglo XVIII.
Búscase determinar los elementos que se valía para la imposición de normas y valores a los indígenas que eran “reducidos” a pueblos de misión, para ello partimos del estudio de la misión que utilizaba indistintamente los patronímicos de San Diego o San Francisco de Cojede, en las riberas del río del mismo nombre.
En los primeros tiempos del cristianismo en América, el lenguaje contribuyó de manera elemental a la comunicación, siendo una forma de invitar a orar al indígena de manera sencilla, posteriormente existen noticias del empleo de “lenguaraces” o intérpretes[6]. En este momento las imágenes, tanto en pinturas como en tallas, constituyeron importantes elementos para las explicaciones catequéticas a través de mimos y la interpretación de los indígenas, conformando especies de códices o ideografías, convirtiéndose en elemento didáctico que ilustra gráficamente la palabra del misionero[7].
El Sínodo Diocesano de Caracas, sancionado en 1687, documenta diversas práctica religiosas populares que fueron prohibidas[8], y que a pesar de esto continuaron practicándose en todo el territorio venezolano.
La Iglesia establece las normas de las fiestas a guardar, en el citado Sínodo de 1687, Libro Cuarto, Título XVIII[9], donde reglamentó las fiestas a guardar clasificándolas en Fiestas Estables y Movibles. El rico proceso cultural vinculado a la religión católica, como culto predominante ha permitido que de los Monumentos Históricos Nacionales que existen en la jurisdicción de la villa de San Carlos, la mayoría sean bienes eclesiásticos[10].
El patrimonio mueble, es más diverso e igualmente rico. Este es, precisamente, el que vamos a interpretar desde el punto de vista semiológico, para comprender su uso al servicio de la colonización en los pueblos misionales. Allí se hace evidente la utilización de la violencia directa e indirecta, en ella se conjugaron múltiples elementos ideológicos que permitieron el cuadro de alienación de la cultura indígena por la europea. La imposición de formas de colonización y cultura, a través de estas imágenes que constituyen elementos de significación[11] que van creando en la medida que surge de una mentalidad construida social, histórica y culturalmente, como planteó Vigostky[12] a través de diversas nociones que van más allá de la lengua[13].
Estas imágenes han sido utilizadas, en relación al objeto como símbolo, como signos icónicos que no poseen las propiedades del objeto representado, “pero reproducen algunas condiciones de la percepción común, sobre la base de códigos perceptivos normales y seleccionando esos estímulos que –al eliminarse otros estímulos– permiten construir una estructura perceptiva que posea –en relación con los códigos de la experiencia adquirida– la misma significación que la experiencia real denotada por el signo icónico”[14].
La iglesia representa el templo y el poder eclesiástico, por ello era –y aun es– importante que su monumentalidad y sobriedad esté acorde la jerárquica institución que representa. La primera descripción que se tiene de la Iglesia de Cojede, la aporta el Obispo Mariano Martí, el 1º de marzo de 1779[15].
Refiere el mismo Obispo que esta iglesia estaba bien dotada, con seis campanas y seis cáliz que se han ido llevando a otras misiones y “Este Misionero ha trabajado mucho en hacer toda la Iglesia nueva con su sacristía, y no ha permitido, desde que se halla acá, que saquen alhaja alguna u ornamento de ella, y ha procurado hacer algunos ornamentos, y en efecto las ha hecho”.
Después de la descripción hecha por el Obispo Martí, no se han encontrado otras referencias sobre la Iglesia de la población de Cojede, hasta el 30 de julio de 1803, cuando el Presbítero doctor Joseph Antonio Gamarra, cura de la población de Cojede, hace un llamado para nombrar el Mayordomo de fábrica, contando para ello con la administración de las rentas de dicha Iglesia.
El 25 de agosto de 1811 José Antonio Díaz, hace referencia a que no le había sido posible la consecución de la mayordomía de fábrica de la Iglesia, por cuanto los vecinos blancos de esta jurisdicción tienen residencia muy distantes del pueblo, y refiere que Don Vicente Travieso se ofrece gustoso “para hacer el ejercicio del empleo” y lo propone para el cargo. El 30 de septiembre de 1811 el Obispo Narciso Colt y Pratt le nombró Mayordomo de Interino de la Iglesia de la población de Cojede[16].
Después de este nombramiento no existe, en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, otra relación a la construcción de la Iglesia de Cojede, hasta el documento que informa que el Vicario Pedro Vizcaya renunció a la Mayordomía de la Iglesia de Cojede, se encargó el 16 de abril de 1828 y cuatro años después (1832) planteó que se hallaba cansado con los “78 años que pesan sobre su cabeza, la escasez de vista, sus enfermedades habituales”, que le impiden seguir trabajando.
Ante esta renuncia es nombrado interinamente el señor José Rafael Villegas, el 12 de diciembre de 1832, porque el “estado miserable de la misma Iglesia necesita la más pronta y eficaz atención, nombramos interinamente al señor José Rafael Villegas, para que lo desempeñe llevando y presentando cuenta documentada y para que esté autorizado para operar todas las funciones que corresponden al Mayordomo de Fábrica”. Pero el señor José Rafael Villegas no aceptó el cargo. Alegó, primero, que no tenía casa en el pueblo; segundo, que vivía a cinco leguas del pueblo y no poseía criados y tenía más de 50 años sufriendo enfermedades.
Después de estas referencias no existe documentación (en lo investigado hasta ahora) que permita establecer cuándo se concluyó la Iglesia de la población de Cojede. Sin embargo, puede estimarse que después de mediados del siglo XIX, ya que fuentes orales refieren que la Iglesia desapareció quemada a finales de ese mismo siglo.
La Iglesia actual fue construida a mediados del siglo XX. A trabajar a ésta llegaron personas como Don Julio Pérez. Testimonios como el de doña Antonia Sánchez[17], recordaba “La Iglesia era de ladrillos y tejas y se cayó, era grande, tenía unos pilares de madera”. Mientras que Don Flores Figueredo[18] recordaba que “la Iglesia era de tierra pisá, con techo de tejas. Después se errumbó (sic) y la hicieron de adobe, era largota, la primera Iglesia era con puertas de Madera, esa se errumbó (sic) cuando Medina”.
Para la interpretación de las imágenes coloniales se utilizó la ficha técnica proporcionada por el profesor Diógenes Molina en la cátedra de “Iconografía e Imagen”[19]. En la misión de Cogede, existen una rica colección, entre las que se encuentran las siguientes imágenes, siendo el único patrimonio colonial que queda en dicha población. Partiendo del estudio de ellas se interpretarán la formación de la mentalidad realista a través de la imposición de la religión católica.
La primera imagen a estudiar es Nuestra Señora de la Divina Misericordia. Carga al Niño Dios en los brazos, talla de autor desconocido[20], es una imagen de madera tallada tipo maniquí –es decir, donde el trabajo artesanal radica en la forma de la talla del rostro y las manos, por lo tanto que debe permanecer “Vestida” en todo momento–. Es la actual Patrona de la Parroquia Eclesiástica Cojede. 

Nuestra Señora de la Divina Misericordia

 
El documento más antiguo encontrado hasta el momento sobre Nuestra Señora de la Divina Misericordia de la población de Cojede es un Testamento de codicilio de Don Joseph Hernández de Villegas, cláusula vigésima (20), del 10 de abril de 1734, donde se lee: "20 Yten mando se le dé de limosna a Nuestra Señora de la Misericordia de Cojede veinte y cinco ps [pesos] para adorno de su Santísima Ymagen que es mi boluntad"[21].
Siete años después, en un documento de inventario levantado por los religiosos que habitaban la población de Cojede, refiere: “una imagen de Nuestra Señora de la Misericordia de tabla en el altar mayor”[22].
El 31 de marzo de 1769, María de la Candelaria Becerra, vecina del pueblo de Cojede, hace heredera a Nuestra Señora de la Divina Misericordia[23]. En el inventario de la célebre visita del Obispo Mariano Martí a la población de Cojede, el día 1 de febrero de 1779, refiere la existencia de: “Nuestra Señora de Misericordia”[24].
La finalidad era coadyuvar al culto y veneración de esta advocación Mariana. No como piedad del señor, como se le reveló a Sor Faustina en el siglo XX. Esas tres referencias son indiscutibles. Ahora surge diversas interrogantes ¿Cómo se concretó esta advocación que no se ha encontrado hasta ahora en otro lugar, por lo menos de Venezuela y creo, que en el mundo? ¿Fue una advocación surgida en este poblado?
Las imágenes religiosas fueron de gran utilidad en la consolidación de los procesos de conquista y colonización en toda la provincia y en la población de Cojede como caso específico.
Las pinturas y las imágenes eran utilizadas mediante gestos mímicos e intérpretes indígenas en la catequización en la época colonial, produciendo códigos subconscientes que permiten ir produciendo en los indígenas el efecto de dominación y domesticación a través de elementos de la imagen. La misericordia, genera el discurso de piedad, bondad, tolerancia y mansedumbre, por lo tanto era fundamental en el proceso de imposición contra la rebeldía indígena, muchas veces manifiesto en los aborígenes.

El Nazareno y Simón Cirineo, también de autor anónimo[25]. Evidencia las características de la talla colonial, con los “adornos” que los creyentes actuales se esmeran en colocarle. La intención de esta imagen era establecerse en el inconsciente de la población indígena primero, y criolla después, el arraigo del catolicismo en la población. Fue elaborada en la época colonial, para ubicarla en un pueblo de misión, género religioso. Indica el suplicio en el de Jesús en la Pasión y muerte, cuando el cirineo le ayuda a cargar la Cruz, como elemento piadoso.




El Nazareno de Cojedes

Puede evidenciarse la secuencia religiosa impuesta desde la colonia hasta la actualidad, en el esmero y dedicación en el vestido y adorno de los santos, vírgenes y advocaciones. Es decir, si el hijo de Dios fue sometido a las humillaciones más grandes de la época, al suplicio y muerte para liberarnos, nosotros como corderos, igualmente debemos someternos a esas humillaciones ya que implican la salvación del alma. 

Jesús Humildad y Paciencia, de autor anónimo elaborada en el siglo XVIII, procedencia venezolana, género religioso, cuerpo entero[26]. El observador de la imagen puede, mediante un discurso, ser inducido a la reflexión sobre la humildad y la paciencia. Permite establecer un diálogo sobre el sentimiento de “humildad y paciencia”, donde predomina la inducción a la espera de tiempos mejores.




Humildad y Paciencia (Cojedes)

Un elemento esencial del discurso colonizador era la paciencia, en cuanto a las formas de poder adormecer conciencias, sin subversión. Por ello, se exaltan dos cualidades: Humildad, en cuanto valor de mansedumbre, debió ser una constante en las homilías de la época colonial, y la paciencia concebida como forma de espera que las cosas por sí mismas pueden arreglarse, sencillamente esperando.

Jesús en la Columna, también de autor anónimo, realizado en el siglo XVIII en Venezuela, de factura popular[27]. Las expresiones del rostro y del vestuario denotan los elementos de la pasión en la última etapa de la vida terrenal del hijo de Dios. La intención debió ser promover la conversión de los indígenas que habitaron la población de Cojede a través del compadecimiento por el martirologio de Jesús, induciendo sentimientos de tristeza y piedad como representación simbólica del tiempo originario del cristianismo, como manifestación de la pasión y muerte de Cristo.

Jesús en la Columna (Cojedes)



Representa la humillación de Jesús en la columna para ser azotado, como forma de humillación entre los seres humanos y cómo esta pasión sirve para la liberación humana. Establecer este valor en el pensamiento de los habitantes indígenas como manera de irse imponiendo ideológicamente y que dejaran lo que se denomina en los documentos coloniales como formas de “herejía” e “idolatría”, de allí que el azote era sostenido a nivel del discurso como una práctica y “liberadora de almas” mediante el proceso de purificación de los cuerpos.

La Dolorosa, de autor anónimo; colonial; procedencia: desconocida; madera, esmalte; talla, policromía, ensamblaje; imagen femenina de vestir, de farol. Rostro de frente, ladeado a la derecha, mirada hacia abajo, ojos pintados, nariz perfilada, labios pequeños, hoyuelo en la barbilla, cabello sugerido por una mancha de color negro, lleva peluca de color negro. Cuerpo constituido por una estructura conformada por 4 listones de madera unidos en la parte inferior a una base de madera cuadrada con las puntas redondeadas. Viste traje en satén blanco, los bordes de las mangas con encaje, manto en tela negra con encaje negro y plateado que va desde la cabeza, unido debajo de la barbilla hasta los pies. Manos juntas en posición orante a la altura del pecho; regular; completo; ubicado en el lado derecho[28].




La Dolorosa (Cojedes)

La intención y utilidad de esta imagen, a nivel de la época colonial por los misioneros, es captar la escultura de la Santa como elemento ideológico en la época colonial, a través de la religión católica que aun persiste. Representa el dolor –de allí su nombre: Dolorosa–, en el entendido del sufrimiento de perder un ser querido.
El discurso que generaba debió ser para mantener el nexo de dolor como expresión del sufrimiento y hacer de este sentimiento algo usual en la sociedad donde se implantaba el orden colonial del Estado Metropolitano español. Se trata de captar características ontológicas que pudiesen ser retomadas como elementos de alienación cultural, donde la “dolor-osa”; el dolor en cuanto cualidad humana es inherente –debieron decir los religiosos– al ser, y por lo tanto no debe sernos ajeno.

San Francisco, de autor anónimo, del siglo XVIII, también de procedencia venezolana[29]. Se observan los elementos del tallado, así como los vestuarios que le mantienen utilitario en la Iglesia del poblado, donde todavía se viste y se venera. La intención es mostrar la imagen que pudiera generar un discurso de parte de los misioneros, sobre la pobreza y humildad como valores del ser humano, exaltando estos principios para sustentar la dominación colonial.




San Francisco (Cojedes)

La emotividad, genera la visión nostálgica representada en la imagen, induce a generar sentimientos de piedad en los misioneros cómo representantes de esta orden religiosa en el poblado donde se encontraban. Este Santo fue de mucha importancia en la época colonial, como puede evidenciarse en el hecho que el patronímico original era “San Diego o San Francisco de Cojede”. Como forma de inducir los votos de pobreza extrema en la población indígena, tal como fue la vida del Santo.
Es importante en cuanto era quien representaba simbólicamente a los misioneros, cuando se hacía referencia a “San Francisco”, a sus actitudes y valores. Quienes veían que se vestían como este santo eran los misioneros. Por tanto, cuando se exige obediencia a San Francisco, se presentaba el discurso de subordinación era hacia sus representantes los misioneros, siendo parte esencial el de tributos en reales o géneros, para junio y diciembre[30].
A través de esta diversidad de signos, símbolos e íconos, se fue gestando una mentalidad monárquica que se consolida a lo largo del siglo XVIII en los pueblos de misión y en las villas de españoles, que los miembros de la iglesia lograron desarrollar.
Esta mentalidad monárquica se caracteriza por demostrar amor y fidelidad al rey y a la iglesia, como parte esencial del Estado metropolitano español en estas tierras. Un sistema de creencias, devociones, virtudes e instintos que sustentaban las convicciones de defensa al Estado metropolitano. Una relativa “estabilidad” del sistema interno de poder, exaltando la fuerza y la grandeza del Estado que logra dominar a las mayorías pobladoras, con esfuerzo de un grupo armado minoritario. 
La existencia de esta mentalidad monárquica según la cual es derecho Divino llegar a ser rey y porque éste es el representante de Dios en la tierra, es lo que permite que muchos criollos e indígenas luchen en defensa de la monarquía en las primeras décadas del siglo XIX, y esta mentalidad es fundamentalmente obra de la labor catequizadora de los clerigos católicos[31].


[1] “Los misioneros han logrado prohibir al indio que observe algunas prácticas usadas en el nacimiento de sus hijos, al entrar en la edad de pubertad, en el entierro de los muertos; han logrado impedir que se pinten la piel o se hagan incisiones en el mentón, la nariz y las mejillas; han logrado destruir en una gran masa del pueblo esas ideas supersticiosas que se trasmiten misteriosamente de padres a hijos en ciertas familias; pero más fácil ha sido proscribir usos y apagar recuerdos que sustituir nuevas ideas a las pretéritas…”, HUMBOLDT, Alejandro. Op. cit. T. 2, 1985. p. 63.
[2] “…Taciturno, sin alegría, replegado sobre sí mismo, afecta un aire grave y misterioso. Cuando alguien ha vivido un poco de tiempo en las misiones y cuando todavía no está familiarizado con el aspecto de los indígenas, se ve tentado a tomar la indolencia de estos y el embotamiento de sus facultades por la expresión de la melancolía y una propensión a meditar”, Ibid. T. 2, p. 163.
[3] “…El indio de las misiones está más seguro de su subsistencia; y no estando en continua lucha con los elementos y con los hombres, pasa una vida más monótona, menos activa, menos propia para impartir energía al alma, que la que lleva el indio salvaje e independiente. Tiene dulzura de carácter que comunica el amor del reposo, no la que nace de la sensibilidad y de las emociones del alma. El alcance de sus ideas no ha aumentado allí donde, sin el contacto con los hombres blancos, ha permanecido lejos de los objetos con que ha enriquecido la civilización europea al Nuevo Mundo…”, Ibid.
[4] Ibid. T. 2, p. 298.
[5] “sin rendir jamás las armas del oficio, sin renunciar a cavar con la ayuda de las disciplinas hermanas en pleno ejercicio, como la historia religiosa o la historia del arte, y con las de los períodos más distantes: el moderno y el medieval a la cabeza. A este precio, campos tan activos no se volverán vitrinas decepcionantes”, Para una historia de la cultura. Obra dirigida por Jean Piere- Rioux y Jena- Francois Sirinelli. S/f, p. 15.
[6] FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Catecismos Católicos de Venezuela Hispana. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Col. Fuentes para la Historia Colonial Venezolana, Nº 249, 2000, p. 20.
[7] Ibid.
[8] “Y porque hemos hallado que en este obispado, en casas particulares, en diferentes días del año, se hacen altares, y diferentes santos, como el día de San Juan, la Cruz, y Navidad, del que resulta cometerse muchas indecencias, y ofensas de Dios, con los concursos de hombres, y mujeres; deseando remediar tan grave daño: Mandamos, que en dichos días no se hagan altares en las casas particulares, ni en los barrios, ni arrabales de las ciudades, o villas, con las circunstancias de bailes, y otras cosas indecentes, a que concurre mucha gente, de noche, en deservicio de Dios; y si alguno se hicieren en las casas, sea con decencia, sin baile, y música, ni peligro alguno. Y prohibimos que vallan de noche a los altares; antes bien, entonces se cierren las puertas: lo cual se cumpla, pena de excomunión mayor, late sententie. Y nuestros vicarios, y curas no lo consientan”, El Sínodo Diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, vol. 125, 1975, p. 227.
[9] Ibid. pp. 236-238.
[10] Son Patrimonio Nacional, las Iglesias: La Concepción, San Juan Bautista y Santo Domingo, en San Carlos; San Juan Bautista en El Pao; Nuestra Señora de la Chiquinquirá del Rosario en Tinaco; San Miguel Arcángel de El Baúl.
[11] Las imágenes no constituyen elementos autónomos y cerrados, al igual que las palabras no pueden evitar “ser capturadas” en los juegos de los sentidos en los movimientos que regulan la significación en el interior de las sociedades. Porque desde el momento en que la cultura se apodera de las imágenes, ya se encuentra presente en el creador de imágenes “el texto icónico, como los demás textos, se ofrece a los efectos de la figura y del discurso”, METZ, Christian. Más allá de la analogía, la imagen. S/d, p. 13.
[12] VIGOTSKI, L. S.: El Método Instrumental en Psicología, en: El Proceso de Formación de la Psicología Marxista: L. Vigotski, A. Leontiev, A. Luria. Moscú: Editorial Progreso, 1989.
[13] La extrapolación recuerda nociones de la lengua, como: fonema, morfema, palabra, doble articulación, sufijo, transformación atípica, transformación singular, grado de apertura, los cuales son evidentemente lingüísticos, mientras que en el otro, los de sintagma, paradigma, derivación, engendro, plano de expresión, plano de contenido, forma, sustancia, unidad significativa, unidad distintiva, que constituyen parte de la semiología general, porque nadie duda del hecho visual como fenómeno comunicacional, pero sí de su carácter lingüístico, lo cual condujo a un rechazo de todo valor del signo a los hechos visuales como si existiera solamente la comunicación verbal, cuando no se asume la posición de negar la posibilidad de interpretar lingüísticamente los hechos visuales, ECO, Humberto. Semiología de los mensajes visuales. S/d.
[14] Ibid. p. 28.
[15] “Esta Iglesia es bajo la invocación de San Francisco de Asis; sus paredes son de tapia cubierta de palmas, de tres naves que dividen columnas de madera de caoba. Bastante capaz, es muy nueva, de manera que no habrá aún dos meses que se bendijo. Está de continuo colocado su Divina Magestad. Tiene una custodia muy buena, que según me dice este misionero, dio a esta Iglesia el señor Calatayud, mi predecesor. La Sacristía está detrás del altar mayor. A la cabeza de cada nave hay un altar; el piso, aunque no está enladrillado, está bueno. Hay cementerio. Hay pila Baptismal. La sacristía no está peor de ornamentos”, MARTÍ, Obispo Mariano. Op. cit. 2000, edición en CD.
[16] ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE CARACAS. Sección cuentas y cofradías. Mayordomía de Fábrica de la Iglesia de Cojedes. En la catalogación actual: Sección cuentas y cofradías. 56 Cu, 3 expedientes, citado por Carmen Alida Soto y María Luisa de Weishaar: Guía del Archivo Arquidiocesano de Caracas. Caracas, Fundación Polar, 1996. GONZÁLEZ SEGOVIA. Op. Cit.
[17] Entrevista 25-09-1984.
[18] Entrevista 20-09-1984.
[19] “Photographic Discourse/ A Strategias for Media Literacy Guide for Understanding Photographs”, la cual contiene diez items que posibilitan el estudio iconográfico, estos son: 1. Aesthetic Elements (Elementos Estéticos ); 2. Punctum (detalles captados por el fotógrafo); 3. Title  (Título); 4. photographer (Fotografía-fotógrafo); 5. Ownership (dueño de la fotografía); 6. Intent (Intención); 7. Historical context  (Contexto histórico); 8. Genere (Género); 9. Emotion (Emocionalidad); 10. Framing (Discurso). Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Instituto Pedagógico de Barquisimeto, Fundación “Buría”, convenio interinstitucional maestría en historia económica y social de Venezuela.
[20] “Es de autor anónimo; colonial; procedencia: desconocido; madera, esmalte; talla, policromía, ensamblaje; imagen femenina de vestir, de farol. Rostro de frente, ojos en pasta vítrea, mirada al frente, nariz perfilada, labios pequeños, cabello sugerido por una mancha de color negro, lleva peluca de color negro, lleva en la cabeza una corona en metal dorado. Cuerpo constituido por una estructura conformada por listones de madera unidos en la parte inferior a una base de madera. Viste traje en satén blanco, manga larga, entallado en la cintura, la camisa bordada con perlas y cuentas y velo de encaje blanco con bordes en encaje, en la cabeza. Brazos articulados en hombros y codos, flexionados hacia adelante. En las manos lleva la imagen de un niño de cuerpo entero, en posición yacente. El niño, rostro de perfil, ojos de pasta vítrea, mirada hacia arriba, cabello corto castaño oscuro. Cuerpo desnudo. Brazos extendidos hacia arriba. Piernas semi flexionadas extendidas. Viste traje en satén blanco; regular; completo; ubicado lado derecho. Las dimensiones son: 132 x 61 x 61 cm”, Descripción de las imágenes de la Iglesia de Cojedes realizado por ZOGHBI, Ana María. Inventario de Patrimonio Cultural. Caracas. IPC.
[21] REGISTRO PRINCIPAL DEL ESTADO COJEDES. Libro de Protocolos de San Carlos, correspondiente a los años 1730-1745, sin foliar.
[22] “Lista y memoria de las alhajas y vasos sagrados de la iglesia y sacristía de esta misión de nuestro Padre San Francisco y San Diego de Cojedes, 1741”, en: INSTITUTO DE CULTURA DEL ESTADO COJEDES. Documentos Históricos del Estado Cojedes. Edición donde se digitalizaron documentos de las Secciones Gobernación y Capitanía General de Venezuela, traslados, Intendencia de Ejército y Real Hacienda del el Archivo General de la Nación y un muestrario de documentos del los archivos Cojedeños, 2000.
[23] “Y cumplido y pagado este mi testamento, el remanente que quedare de todos mis vienes, deudas, dros., y adjudicaciones y futuras subseciones pr. no tener descendientes lexitimos instituyo, dejo nombro por mi única y universal eredera a Nuestra Señora de la Misericordia qe. se benera en la santa yglesia de dho pueblo de Cobjede, pa. su culto y beneración a disposición del Padre Presidente y Cura de dho pueblo”, OFICINA SUBALTERNA DE REGISTRO PRINCIPAL DEL ESTADO COJEDES. Protocolos de San Carlos, 1769, libro 2º, parte 2º, folios 28-31.
[24] Microfilm en la Fundación Boulton.
[25] “De autor anónimo; colonial; procedencia: Venezuela; madera, esmalte; talla, policromía; conjunto de imágenes masculinas de cuerpo entero en posición andante que representan al Nazareno y Simón Cirineo. El Nazareno tiene rostro de frente, ladeado a la derecha, inclinado hacia abajo, mirada hacia abajo, cabello, barba y bigote de color oscuro, en la sien lleva una corona de espinas realizada con alambre. Viste túnica morada con bordes dorados en el cuello y mangas, recogida en la cintura por un cordón del mismo material con dos nudos en la punta pintado en dorado. Brazos flexionados hacia adelante. En las manos sostiene una cruz de madera natural barnizada que apoya en su hombro izquierdo y que lleva en sus manos Simón Cirineo, ubicado en la parte posterior del Nazareno. Simón Cirineo tiene rostro de perfil izquierdo, mirada al frente, nariz perfilada, cabello, barba y bigote castaño oscuro, cinta en la frente. Viste túnica marrón hasta las rodillas, cuello en V con borde en marrón claro, manto rosado cruzado sobre el pecho, recogido en la cintura por una cinta dorada, lleva pantalones cortos en color mostaza, calza sandalias marrones. Brazos extendidos hacia adelante, entre sus manos lleva la cruz. Las piezas están colocadas sobre una base de madera en forma rectangular de color verde; regular; incompleto; ubicado en la sacristía. Dimensiones: Nazareno: 120 x 42 x 129 cm. / Simón Cirineo: 100 x 47 x 37 cm”, Zoghbi. Descripción de las imágenes de la Iglesia de CojedesIbid.
[26] “Autor anónimo; colonial; procedencia: Venezuela; madera, esmalte; talla, policromía, ensamblaje; imagen masculina de cuerpo entero, de factura popular, en posición sedente sobre un tronco de color verde, que representa a Jesús de la humildad y la paciencia. Brazo derecho flexionado apoyado en la rodilla derecha y la mano se apoya en la barbilla. Brazo izquierdo flexionado, apoya el codo en una rama que sale del tronco en el que está sentado. Rostro de frente inclinado hacia la derecha, mirada hacia abajo, ojos pintados, cabello largo, barba y bigote castaño oscuro. Torso desnudo. Espalda sangrante con muestras de flagelación. Viste perizoma blanco en el mismo material. Piernas flexionadas. Pierna izquierda en posición adelantada. Pierna derecha hacia un lado. Rodillas sangrantes. La pieza está colocada en una base de madera rectangular en color verde”, Ibid.
[27] “Autor anónimo; colonial; procedencia: Venezuela; madera, esmalte, cordón; talla, policromía, ensamblaje; imagen masculina de cuerpo entero, de factura popular, en posición de descanso con las manos apoyadas sobre una columna colocada al frente, que representa a Jesús atado a la columna. Rostro de frente, ojos pintados, mirada al frente, cejas delgadas muy marcadas, labios gruesos, cabello más abajo de los hombros, barba corta y bigote oscuros. Torso desnudo. Destaca el tratamiento anatómico del torso. Espalda con marcas sangrantes de la flagelación. Viste perizoma blanco con bordes dorados recogido con un cordón dorado, todo en el mismo material. Pierna derecha en posición adelantada, el pie derecho está junto a la base de la columna. Brazos rectos extendidos hacia adelante, manos cruzadas a la altura de las muñecas, amarradas con un cordón anaranjado, las cuales se apoyan sobre la columna de fuste cilíndrico de color marrón claro marmolado; regular; completo; ubicado en la sacristía”, Ibid.
[28] Ibid.
[29] “Autor anónimo; colonial; procedencia: Venezuela; madera, esmalte, cordón; talla, policromía, ensamblaje; imagen masculina de cuerpo entero, de factura popular, en posición pedestre que representa a San Francisco. Rostro de frente, mirada al frente, ojos pintados, cabello, barba y bigote castaño oscuro. Viste hábito marrón manga tres cuartos que deja ver la manga larga de color blanco. El hábito, recogido en la cintura por un cordón recubierto con pintura blanca, anudado al frente, tiene muchos pliegues en la falda. Calza sandalias que se observa en el pie derecho que se ve debajo de la túnica. Brazos flexionados hacia adelante. Brazo derecho extendido hacia arriba con la mano medio empuñada. Mano izquierda abierta. La pieza está colocada sobre una base en forma de trapecio en madera color salmón; regular; completo; ubicado en la sacristía”, Ibid.
[30] Instrucciones del Gobernador Berroterán…, en: GABALDÓN MÁRQUEZ, Joaquín. Op. cit. p. 201.
[31] Narciso Coll y Pratt refiere que como Obispo “trató de hermanar los intereses de Dios con los de V. M.” porque era “amante de su Religión, de su Rey, y de su Nación”. COLL Y PRATT, Narciso Obispo. Memorias sobre la Independencia de Venezuela. Caracas, Academia Nacional de la Historia, Sesquicentenario de la Independencia, 23, 1961, p. 125