sábado, 3 de mayo de 2014

Educación e Historia Retos del Pasado y del Presente por Armando González Segovia


Educación e Historia Retos del Pasado y del Presente


Lección magistral de armando González Segovia a la III promoción de licenciados en educación 
mención geografía e historia de la UNELLEZ del Municipio Páez, Acarigua, 21 de noviembre de 2009.




Los conocimientos son armas que, por lo regular, se sirve, contra la sociedad
Simón Rodríguez


I
Competencias de la Educación

 
Tres son las promociones que han egresado de la “Aldea Universitaria” de la UNELLEZ del Municipio Páez (Acarigua), en estas hemos servido de tutores a cerca de treinta trabajos especiales de grado, y asimismo he sido considerado para Padrino de la II y ustedes solicitaron que les dijera estas palabras a manera de Lección Magistral en momentos de cierre de su carrera, compromiso que constituye y asumo como un grande honor, en cuanto indica que han percibido fundamentos que pueden servir de guía a su vida profesional como docentes en educación, mención geografía e historia.
Cuando don Simón Rodríguez afirma que “Los conocimientos son armas que, por lo regular, se sirve, contra la sociedad”[1] refiere la importancia de la educación en cuanto vía para mejoría de la humanidad, como parte de los medios del estado para formar las y los ciudadanos que desea, muchas veces más alienante que crítica. Y es que la educación es en esencia política en la acepción más amplia del vocablo.
En la época colonial, la monarquía diseña una educación castradora, iniciando las bases del saber domesticado, se comienza la Escuela del engaño, de la mentira condicionada, bajo los intereses de la realeza y de la Iglesia como parte del estado metropolitano español. Desde entonces, la educación ha sido usada para disminuir, que no incentivar la capacidad de pensar. Bajo pretexto de religión, la monarquía plantea una educación “para embaucar a los pueblos”. El Maestro Simón Rodríguez afirmó que la república no debe seguir ese parámetro:
“En las Repúblicas
la Escuela debe ser política también; pero sin pretextos ni disfraces
En la sana política no entran mañas, tretas ni ardies.
La política, en las Repúblicas, en punto a instrucción
es formar hombres para la sociedad”[2]

Grandes educadores tienen claro la función política de la educación. Paulo Freire, escribió “No existe un trabajador de la enseñanza, en Brasil o en cualquier sociedad, como algo abstracto, universal. El trabajador de la enseñanza, en cuanto tal, es un político, independientemente de si es, o no, consciente de esto. De ahí que me parezca fundamental que todo trabajador de la enseñanza, todo educador o educadora, tan rápidamente como sea posible, asuma la naturaleza política de su práctica. Se defina políticamente. Haga su opción y trate de ser coherente con ella”,[3] y su obra toda conlleva la claridad de percepción en este tema, llega a titular un texto como “Política y educación”,[4] donde presenta diversos estudios sobre el tema de la educación en cuanto hecho político, lo cual es diferente de partidista, aunque aquel implique éste.
La educación es esencialmente acción política, entendida como la relación entre el Estado y los ciudadanos, sin embargo es necesario estar alerta puesto que esto no implica una posición de imposición hacia los estudiantes que difieran de su criterio y de la opción que escoja el docente, quien debe respetar y tolerar a quienes difieran de sus opiniones y se lo expongan, argumentando con juicios válidos los presupuestos que crea. Porque la educación es la lectura política compartida del mundo entre educadores y educandos, para hacer buenos ciudadanos.
Aquí voy a referir sintética y sencillamente, la relación entre “educación e historia” como retos tanto del pasado como del presente. Se presenta, entonces, el dilema que es primero ¿educación o historia? ¿son acaso simultaneas? Desde el proceso de hominización se hace historia y para esto existe un proceso educativo, ya que la educación abarca todo el desarrollo formativo como humano. Esa es la diferencia entre educación, docencia y didáctica. Mientras la docencia es el ejercicio de la enseñanza, a nivel escolar, cualesquiera sea éste, y la última se refiere al proceso mismo de enseñar.
De aquí están egresando con un título académico de Licenciados en Educación, mención geografía e historia, que señala un camino nada fácil, ya que deben dominar tres ciencias que pueden estudiarse toda la vida sin logar una terminar el proceso, a saber: educación, geografía e historia.
Primeramente ustedes deben poseer competencias como educadores, que se sintetizan en por lo menos nueve aspectos: 1) Enseñanza, 2) Orientación, 3) Planificación, 4) Investigación, 5) Experimentación, 6) Evaluación, 7) Dirección, 8) Supervisión y 9) Administración en el campo educativo. Todas necesarias para ser un buen profesional.
En la enseñanza es necesario desarrollar la capacidad de generar un diálogo de lectura compartida del mundo entre educador y educando, la cual conlleva como afirmó Paulo Freire: colaboración, unión, organización y síntesis cultural,[5] donde la palabra sea respetada, donde la ética, en cuanto principio, guíe nuestras acciones. Para ello, debe haber, por lo menos, un contenido que se enseña, a través de un medio o conjunto de procedimientos, que son las estrategias.
La orientación conlleva a la posibilidad de clarificar cual es el camino a seguir entre diferentes opciones existentes, no es una imposición, sino presentar cuales son las posibilidades y cual afecta o beneficia más, considerando que lo “bueno es enemigo de lo mejor”. Para ello, es necesario que se sepa que es lo que se quiere, porque sabiendo que se quiere, se conoce hacia donde se va, teniendo en consideración de los medios también son importantes y que no se puede dar lo que no se posee; esto es si fui un estudiante que se copia, que mandaba a hacer los trabajos, que pagaba por ello ¿cómo puede llegar a un salón o escuela a enseñar algo que no sea la trampa tomar el camino fácil para llegar más rápido?
El planificar, comporta el acto de estudiar el que y cómo se enseña, de forma organizada y metódica, para lograr los fines educativos propuestos. No existe un buen docente que sea mal planificador, aunque puede –y debe– dominar la improvisación para cubrir aspectos inesperados, en la medida de lo posible debe tener en cuenta las diversas posibilidades a presentarse.
Recuerdo una vez que, por ejemplo, atendía una invitación a una clase de maestría de historia, preparé todo el material, los textos a utilizar y las diapositiva en powerpoint, y cuando llegué al lugar el video bean estaba dañado, no había otro a la mano, el estar preparado me permitió dar la clase, improvisando el material en la pizarra. Existía la planificación y la prevención de una contingencia.
Investigar es la columna vertebral de la enseñanza, no se puede enseñar lo desconocido, mandar un trabajo de investigación conlleva que antes el educador investiga el tema, lo domina y lo comparte en sus líneas esenciales, para ello se debe estar al día en la bibliografía existente, tanto antigua como reciente, este es una actividad que en todo educador debe ser permanente. Aprender a crear y recrear los conocimientos, avanzar hacia las nuevas perspectivas, inquietudes, para incentivarlas en los educandos.
Aprender a preguntar y preguntarse, a cuestionarse constantemente para avanzar en el conocimiento, constituye la experimentación, para incentivar la búsqueda de nuevas respuestas a diversos planteamientos, viejos o nuevos, cuyos problemas nos aquejan, y no es solamente pensar sino ejecutar lo pensado, es el experimento lo que permitirá avanzar: Reflexionen y practiquen nuevas formas: Inventen para no errar, atendiendo las palabras de Simón Rodríguez.[6]
La evaluación, es la ponderación de cómo avanza el proceso educativo entre la situación inicial y la finalidad propuesta, trasciende la calificación, aunque ésta es parte de aquella, más importante constituye saber cuales son los logros y que falta para alcanzar las metas propuestas en el hecho educativo. Evaluar no es solamente colocar una nota, esto es calificar, evaluar es medir como va el proceso y percibir cual es la calidad del producto al terminar el curso.
Dirección, significa guiar por el camino correcto a fin de llegar a la meta propuesta, en este sentido el educador debe tener competencias como director, en cuanto es capaz de hacer un fuerte reclamo, en cuanto constata que algo no va en buena vía, y hace que ésta se retome acertadamente, pero también es capaz de entregar amistad sincera. Este equilibrio, entre firmeza y bondad, permite encontrar el camino que se quiere, con los instrumentos legales y administrativos que tenga a la disposición.
La supervisión, entendida como capacidad de tener una visión superior, de mirar más allá de lo evidente, permite poder percibir problemas específicos, ya sea de estudiantes o de grupos de ellos y poder solventarlo a tiempo. A estas alturas creo firmemente que al percibir un problema, no debe dejarse que transcurra mucho tiempo sin solucionarlo ya que solamente lo que se hace es agrandarlo. Y lo aprendí de la manera quizás más dolorosa y triste, tanto para mí como para los estudiantes a quienes no afronté el problema, aun habiéndolo determinado, al final el problema no se solventó y se perdió un tiempo precioso.
Administrar el campo educativo, es un ejercicio difícil en cuanto generalmente son pocos los recursos y su aprovechamiento debe ser al máximo, implica la búsqueda de recursos entre los mismos educandos, sus representantes y la comunidad, de manera que los aportes del estado puedan aprovecharse al máximo, en una educación de calidad.
Por supuesto, aquí se mencionan competencias, no entrando a reflexionar sobre valores que son tan importantes como éstos, abordados seguidamente en reflexiones sobre la relación educación en historia, intentando afrontar el problema de la historia en cuanto hecho educativo para una sociedad mejor, más justa e igualitaria.


II
Educación y la Historia Militante y Disidente

Quienes nos dedicamos a la enseñanza, y en especial a las ciencias sociales, tenemos en ello un función esencial. Por desconcertados que nos sintamos, sabemos que nuestra obligación es ayudar a que se mantenga viva la capacidad de nuestras generaciones para razonar, preguntar y criticar, mientras que, entre todos, reconstruimos los programas para una nueva esperanza…
Josep Fontana

La geografía, aunque no me es del todo desconocida, la obviaré a efectos de estas notas, para retomar los planteamientos de la historia, definida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en diez acepciones: 1) Narración y exposición de los acontecimientos pasados; 2) Disciplina que estudia y narra estos sucesos; 3) Obra histórica compuesta por un escritor; 4) Conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación; 5) Conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella; 6) Relación de cualquier aventura o suceso; 7) Narración inventada; 8) Mentira o pretexto; 9) coloq. Cuento, chisme, enredo. U. m. en pl.; 10) Pint. Cuadro o tapiz que representa un caso histórico o fabuloso. No creo necesario profundizar sobre éstas por lo elementales y básicas, pero sí sobre las siguientes categorías: 1) como hecho ocurrido o suceso pasado; 2) como historiografía o escrito sobre ese pasado, 3) Ciencia que estudia teórica y metodológicamente elaborado a fin de comprender el pasado y sobre todo interesa comprenderla como cátedra de enseñanza (4).
Asumir la construcción de una historia diferente, basado en los principios de la Historia Militante y Disidente implica, asimismo, abordar nuevos parámetros de educación, ya que éste es el medio por el cual se forma la conciencia histórica crítica o repetitiva, alienante. Al igual que en la historia no existe educación neutra, distante de la sociedad donde se concibe, lo que constituye una predisposición política para el sostenimiento del Estado y la formación de la conciencia que le es inherente. El problema se formula en los siguientes términos ¿Cómo abordar el proyecto del futuro socialista del siglo XXI en una visión de la historia? ¿Debe asumirse la misma concepción de progreso, esgrimida por el capitalismo a través del positivismo?
El sistema educativo es la vía del Estado para establecer los valores sociales de la nacionalidad, la conciencia histórica y los principios de la cultura, los cuales componen la psicología colectiva. Es a través de la educación que se concretan en el inconciente colectivo.
De allí que el trabajo del educador sea tan importante como el “historiador profesional”, “desde el radio de acción social de la historia, resulta más importante los profesores de educación primaria y secundaria que los investigadores profesionales”,[7] si se toma esta cátedra para formar inteligencias, porque el uso público de la historia comienza con la educación, recibida a través de unos códigos determinados:
fruto de una larga labor de colonización intelectual desde el poder, que es quien ha decidido cual es nuestro pasado, porque necesita con ello que compartamos su definición de identidad del grupo del que formamos parte, y que no tiene inconveniente en controlar y censurar los textos y los programas cuando le conviene. Porque la historia es demasiado importante para dejarlo sin vigilancia”.[8]

De esta forma se percibe como quien controla el presente, construye unos valores del pasado, para hacer un futuro a su medida siendo fundamental en este proceso el discurso histórico y la educación que lo hace conciencia colectiva. Constituye la historia una peligrosa arma, ya sea para justificar o no las sociedades existentes, para develar o no las diversas formas de opresión y sometimiento a las mayorías. Por supuesto quien aporta los recursos económicos de la investigación condiciona el producto a una determinada tendencia.
La educación es la forma de divulgar los conocimientos elaborados en determinada orientación, cuando se trabaja en función de hacer conciencia crítica, la historia se convierte en memoria pública, en conciencia colectiva. Así ha servido para justificar el racismo, la xenofobia, a diversos grupos étnicos, como: negros, indígenas, asiáticos o judíos, entre otros, a nombre de la seguridad y defensa de la patria. La función del historiador, en cuanto ser crítico es desmentir las falsas promesas liberales, neoliberales, los discursos globalizadores de hoy, así como los positivistas esgrimía el desarrollo y el progreso como recetas para superar la pobreza.
Para esto se debe cambiar los contenidos, así como las formas de enseñar, hasta llegar a ejercitar algo más que la memorización, hasta llegar el esfuerzo por comprender los mecanismos como se articulan los diversos factores, las relaciones existentes, más allá de la dinámica causa-efecto, percibida mecánicamente, que se ha trillado tradicionalmente y alejándose de la propuesta cronológica y anecdótica aislada. Asimismo debe buscarse las relaciones del presente con el pasado del proceso estudiado, para que en esta dialéctica pasado-presente y viceversa, se perciba aquello que Bloch[9] refería como unir el estudio de los vivos con el de los muertos, pudiéndose recurrir al método retrospectivo y a la comparación; esto es partiendo del presente hasta el pasado, para generar en los estudiantes la capacidad de razonar, preguntar y criticar.
Recuerda el maestro Paulo Freire que “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”,[10] es por ello que educador y educando al percibir críticamente lo actual, aquellos aportes positivos, así como lo negativo y más aun lo que se trata de ocultar bajo formas sublimes de imposición, puede asumir una lectura crítica de la palabra más allá de lo que el estado nacional quiere imponerle. La lectura de la historia no puede prescindir de la lectura del mundo que se tenga y de la lectura de las prescripciones pasadas, por eso encontramos en el texto los elementos que vinculan la creación con el conocimiento previo que poseemos de lo leído. Comprender el texto implica aprehender y sistematizar el con-texto.
Don Simón Rodríguez afirmaba que era necesario “Enseñar los niños a ser preguntones para que, pidiendo el Por que, de lo que se les mande a hacer, se acostumbren a obedecer... a la razón! no a la autoridad, como los limitados ni a la costumbre, como los estúpidos”,[11] es decir la epistemología de la pregunta, para que se pueda avanzar hacia otros niveles con base clara, lo cual implica asimismo la investigación que permita la concreción de nuevas bases, tanto teóricas como metodológicas, diversificando las fuentes y abracando la mayor cantidad posible: bibliográficas, hemerográficas, iconográficas, cartográficas, documentales (publicadas e inéditas), arqueológicas, arquitectónicas culturales, electrónicas, entre otras, pero buscando la percepción de totalidad, más allá de cualquier visión fragmentaria, unicausal, unilineal o unidireccional.
Esta actitud ante la crítica, en cuanto arma necesaria para una sociedad más justa, debe promoverse en la escuela, de manera que los niños desarrollen esta cualidad, para ello aconseja la epistemología de la pregunta, donde lo fundamental es el por qué de las cosas, para que obedezcan a la razón, siendo todavía una vigente y lapidaria afirmación.
Los seres humanos al poseer intereses comunes se asocian, conviven en condiciones determinadas, estableciendo elementos que integran la cultura popular tradicional que, según la UNESCO es “El conjunto de creaciones que emanan de una comunidad cultural, fundadas en la tradición, expresada por un grupo o individuos y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad en cuanto a la expresión de su identidad cultural y social; las normas y valores se trasmiten oralmente, por imitación o de otras maneras. Sus formas comprenden, entre otras, la lengua, la literatura, la danza, los juegos, la mitología, los rituales, las costumbres, la artesanía, la arquitectura y otras artes”.[12]
Muchos de estos valores culturales, de esa la forma particular como cada sociedad se relaciona entre sí y con la naturaleza, ese ambiente donde se conjugan las necesidades materiales y espirituales de los seres humanos que abarca tanto lo material, la técnica, la moral y lo espiritual; correspondiéndole a cada sociedad una forma de vida única e irrepetible en un espacio y un tiempo determinado (su cultura).
Partir de ese espacio concreto, de la sociedad y la cultura propia, es abocarse a lo que Lev Semiónovich Vigotski[13] denominó como “Zona de desarrollo próximo”, definida como esa región que está más cerca de conocimiento del estudiante, esa que le es común y en la cual tiene más potencialidad de aprender, hasta convertirla en aprehendizaje; debiéndose tomar en consideración que, para Vigotski[14], la psicología del individuo es un producto social, es decir parte de las condiciones históricas, sociales y culturales más que por el fenómeno puramente biológico, como esbozó Jean Piaget, planteamiento que la UNESCO[15] acepta, considerando que el proceso histórico han interactuado diversos componentes, para la conformación de la sicológica y sociológica de los individuos, es decir tanto lo biológico como lo social y cultural.
La zona de desarrollo próximo permite la formación de una mente diferente, si es asumido otro de los planteamientos teóricos de Vigotski, respecto a la construcción socio histórica de la mente.[16] Afirmaba que la psicología individual era producto del desarrollo de las fuerzas productivas, manifestada en la conciencia social e histórica que sustentaba determinadas manifestaciones culturales, donde las adaptaciones realizadas por las personas no se ajustan a los principios seguidos por los animales, porque están determinadas en un contexto social. Los niños y niñas asimilan tanto la experiencia social como las formas y procedimientos culturales, es un sujeto contextualizado y no un individuo epistémico, universal, donde el ser humano es sujeto de lo cultural. Vigotski plantea la existencia de una edad cultural, junto a las edades fisiológicas e intelectuales, supone el autor que en ese proceso está la base del niño y del perfeccionamiento cultural de sus funciones.[17] La enseñanza de la memoria historia, así entendida, es esencial para el mantenimiento del estado y del poder o para subvertirlo.
De este manera, se parte de la curiosidad ingenua que se tiene de la realidad hasta convertirla en curiosidad epistémica, es decir, consciente, buscando sentido y conocimiento, en permanentemente crítica cuestionadora: “En verdad, la curiosidad ingenua que, desarmada, está disociada del sentido común, es la misma curiosidad que, al hacerse crítica, al aproximarse de forma cada vez más metódicamente rigurosa al objeto cognoscible, se hace epistemológica. Cambia de cualidad, no de esencia”.[18] La primera asociada a la experiencia –crítica ingenua–, generalmente no es sistematizada, vinculada a la visión popular, al conformismo, a la admiración del mundo, se transforma en un elemento de cambio constante de las comunidades con la segunda –crítica epistémica–, del Estado y de los valores esenciales que sustenta.
La crítica es un principio ético. Todos tenemos el derecho de criticar. Pero asimismo tenemos el deber de no mentir al criticar. Y creo que la crítica es en sí misma, sin adjetivos calificativos de constructiva o destructiva. La calificación de la crítica como constructiva o destructiva es potestad de quien la recibe no de quien la hace. La crítica constructiva o destructiva, no existe para quien la realiza. Lo que si existe es la crítica mal o bien intencionada. Pero, de una crítica hecha con sarcasmo, ironía o mala intención, se puede hacer un instrumento de bien y de crecimiento, si quien la recibe la asume como elemento de evaluación de las acciones para su mejoría. Entonces debemos criticar todo dogmatismo ¡sin hacer de la crítica un dogma![19]
La lectura de la realidad debe asumirse con integridad, y partiendo de la lectura del mundo a la lectura de la palabra, como condicionamiento del entendimiento de lo leído por el mundo interior de cada ser humano, que la sabiduría popular refiere como “cada cabeza es un mundo”, desde cuyo –suyo– mundo lee y se comprende, a su vez, a su vez la lectura de la palabra condiciona la lectura del mundo que tenemos; re-crea la visión de ese mundo que tenemos en nuestra cabeza, lo enriquece, donde lenguaje y realidad se vinculan y condicionan mutuamente. Comprender un texto implica la comprensión y el enriquecimiento de nuestro mundo, cambiando las percepciones e interpretaciones que tenemos de él. De allí que el acto de leer y estudiar es una actitud frente al mundo que rompe las barreras de la relación libro-lector.
Este acto, a su vez, implica la relación de los autores de los textos con el mundo y de su realidad concreta, donde, según Paulo Freire “Estudiar es también y sobre todo pensar la práctica, y pensar la práctica es la mejor manera de pensar correctamente”, porque “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra, pero a su vez la lectura de la palabra enriquece y cambia la lectura del mundo que se tiene”,[20] de allí que una primera fase parte de la posibilidad que, a partir de los recursos con que se cuenta, con las potencialidades, limitaciones, oportunidades y las fortalezas pueda llegarse a una propuesta donde cada familia pueda leer su comunidad enriqueciendo esta visón con la lectura del mundo que brindan los libros.
El estudio de la historia debe, en consecuencia, trascender la lectura de libros, abrazar la comprensión como transición a la transformación transustanciación de lo vivido a nuevo niveles ontológicos, más allá de la compresión por sí misma, donde la lectura compartida de la realidad trascienda los espacios de la academia hasta las comunidades y pueda convertirse en vehiculo de liberación de los seres humanos; que sea capaz de enriquecerse con las vivencias, concepciones que brinda la realidad misma para releer la teoría desde la práctica, y que a su vez sea enriquecida con teoría. La historia exige una nueva ética sobre la base de una praxis comprendida desde una teoría que permita trascender tanto una como la otra, como una forma de búsqueda de la vocación ontológica del ser: ser cada día más humano, alcanzando metas superiores cada oportunidad, cada día.
Estimados amigos y amigas, ustedes no están terminando una carrera universitaria, debo alertarlos que en estos momentos están iniciando la carrera y le queda un trecho enorme por crecer, por enriquecerse y, sobre todo, por estudiar, un buen educador es ante todo un estudiante permanente que asume su compromiso personal y social con entereza, perseverancia y sobre todo con mucha ética de lo colectivo.
Muchas gracias por la invitación y espero que estas notas les sean útiles a lo largo de la carrera que inician. De ustedes son los retos de la historia y la educación pasada y presente


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[1] Obras completas..., 1976. T. II., p. 105.
[2] IBID., T. I., p. 235, 236.
[3] Paulo Freire. La educación en la ciudad. Madrid, 1997, p. 57.

[4] México, 1996.
[5] Pedagogía del oprimido. México, 1980.
[6] “La América española es orijnal= orijinales han de ser sus instituciones y gobierno = i orijinales los medios de fundar el uno i otro O inventamos o erramos”, Op.Cit., T. I., p. 343.
[7] Joseph Fontana ¿Para qué sirve la historia en un tiempo de crisis?. Bogotá, 2003, p. 29.
[8] IBID., p. 45.
[9] Marc Bloch. Apología… Op.Cit., Barquisimeto, 1986.
[10] Paulo Freire. La importancia del acto de leer. México, 1999.
[11] Simón Rodríguez. Op.Cit., 1975, T. II., p. 27.
[12] UNESCO, en la Conferencia de París, el 17 de octubre de 1989.
[13] Vigotski nació en Orsa el 17 de noviembre de 1896 y murió en Moscú el 11 de junio de 1934, antes de cumplir 38 años de tisis. Sus aportes los realizó en menos de 10 años de investigación.
[14] Véase: “Psicología del arte”; “El método instrumental en psicología”; “Historia y desarrollo de las funciones psíquicas superiores”; “Acerca de los sistemas psicológicos”; “Pensamiento y palabra”; “El problema de la enseñanza y el desarrollo mental en la edad escolar”; “La psicología y la teoría de la localización de las funciones psíquicas”, en: El proceso de formación de la psicología marxista: L. Vigostki, A. Leontiev. A. Luria. Moscú, 1989.
[15]Sin embargo, las actitudes adversas que hoy puedan existir son el resultado de un proceso histórico en el cual han interactuado diversos componentes, gran parte de los cuales no será posible cambiar en el corto plazo. Las mismas razones que justifican la inseparabilidad entre integración y desarrollo son las que condicionan a la posibilidad de modificar las actitudes mencionadas”, Parlamento Latinoamericano (PARLATINO)-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Plan de educación para el desarrollo y la integración de América Latina. Volumen II: marco teórico. São Paulo, Brasil, 20 Edición, agosto de 1998.
[16] Propuestas de la construcción sociohistórica de la mente de Lev Semiónovich Vigotski respecto al desarrollo psicológico determinado por las condiciones históricas, sociales y culturales más que por el fenómeno puramente biológico, será estudiada más adelante. Vigotski, Lev S. El Proceso de Formación de la Psicología Marxista… Op. Cit., 1989; también se publicó: Vigtoski, Liev Semionovich. Obras escogidas. Barcelona, Editorial Visor, 2002, 5 tomos. Hicimos una aproximación al tema en: Armando González Segovia “Postmodernidad y otros conceptos en la enseñanza de la ciencia de la historia”, en: Memorias del VIII Simposio Internacional de Historia de los Llanos Colombo-Venezolanos. Villavicencio, Colombia, 2003, pp. 147-160.
[17]El arraigo de un niño normal en la civilización representa, por lo común, un proceso de maduración orgánica. Ambos planos del desarrollo ¾el natural y el cultural¾ coinciden y se fusionan. Ambas series de cambios se penetran mutuamente y forman, en esencia, una serie unitaria en la formación sociobiológica de la personalidad del niño. Por cuanto el desarrollo orgánico se realiza en un medio cultural, en esa medida se convierte en un proceso biológico históricamente condicionado. Al propio tiempo, el desarrollo cultural adquiere un carácter completamente peculiar e incomparable por cuanto se realiza simultánea y fusionadamente con la maduración biológica, ya que su portador es el organismo del niño en crecimiento, en cambio, en maduración”, Vigotski, 1989, Ob. Cit., p. 80.
[18] Paulo Freire. Pedagogía de la Autonomía. México, 1997, p. 33.
[19] Armando González Segovia. Ética educativa en tiempos revolución. Ponencia presentada en el Foro “Ética en la Formación del Ciudadano de la Nueva República”, organizado por la Zona Educativa del Estado Cojedes en 27 de enero de 2007, en el marco de la celebración del Día del maestro. Publicada en: Heurística revista digital de historia de la educación, Nº 8, 2007, pp. 45-55.
[20] Paulo Freire. La importancia del acto de leer. México, 1999, pp. 47-53 y 94-107, donde se encuentran dos excelentes ensayos, uno que le da título al libro y otro denominado “Consideraciones en torno al acto de estudiar”.
 



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